miércoles, 10 de abril de 2013

Un amor de verano - Capítulo 17


Capítulo 17


Narra María:

Habían pasado ya dos semanas desde que Blas y yo lo dejamos, y la verdad para ser sincera, han sido las dos peores semanas de mi vida, sin lugar a duda. Le echaba mucho de menos, verle, que me regalara una sonrisa, mirarle a los ojos…

Cada vez que le veía por la calle o cuando quedábamos todos juntos, tenía unas ganas irresistibles de abrazarle, de volver a sentirme segura entre sus brazos, pero siempre acababa por rechazar esas ganas por él, él había querido esto.

El fin del verano estaba a la vuelta de la esquina y Blas se marchaba dentro de tres días, no sabía que iba a hacer cuando se fuera, no soporto estar separada de él, aunque ahora me conformo con verle de lejos, pero cuando se vaya no sé qué va a ser de mi sino le tengo cerca.

Y la verdad, mi madre tampoco ayudaba mucho, había preparado una comida como despedida para Blas con nuestras respectivas familias, ya que mi madre y su madre son amigas desde pequeñas. La verdad no me ayuda mucho porque tendré que verle y sé que voy a estar incomoda.

Pero bueno, habrá que ir ya que mi madre no me deja escaquearme. Tendré que verle.

Me fui a preparar ya que dentro de media hora llegaran y todo tiene que estar listo.

Narra Blas:

Habían pasado ya dos semanas sin María y han sido las dos semanas más duras, la echo de menos, y cuando me vaya no sé cómo voy a poder soportar estar lejos de ella. Pero sigo creyendo que es lo mejor o eso espero.

Hoy íbamos a casa de María a comer, su madre me había preparado una comida como despedida. Se lo agradezco mucho pero, ver a María…

Tengo ganas de verla, de ver sus ojos, su sonrisa, que hace mucho que no la veo, pero la verdad hay una cosa que echo de menos, que es poder hablar con ella, que me escuche, que me aconseje, pasar un buen rato con ella, verle sonreír y sobre todo hacerla reír.

Me arregle y me dirigí con mis padres a su casa. Tenía ganas de llegar para poder verla. Seguro que estaba preciosa como siempre.

Narra María:

Me puse un vestido blanco de tirantes ya que hoy era un día muy caluroso. Llamaron a la puerta.

         -          María, cariño, ¿puedes abrir la puerta?
         -          Claro, mamá, si no hay más remedio.

Llegue a la puerta y abrí la puerta, cuando la abrí me topé con sus preciosos ojos, esos ojos tan espectaculares.

Le mire, estaba guapísimo, perfecto como siempre. Nos quedamos mirándonos embobados los dos sin apartar la mirada del uno del otro, estaba perdida en sus ojos, y estaba flotando en las nubes.

         -          Ejem, ejem, ¿os vais a quedar allí todo el día o nos vais a dejar pasar? Ja, ja, ja.
         -          Eh? A sí, claro papá, ya os dejábamos pasar.
         -          Si hijo, sí, ja, ja, ja.

Blas y yo desconectamos la mirada cuando su padre nos interrumpió, me puse roja y les dejamos pasar.

Narra Blas:

Cuando se abrió la puerta, me topé con sus preciosos ojos marrones achocolatados, la mire y estaba perfecta, hermosa como siempre. Nuestras miradas conectaron al instante y no quise apartar la mirada de ella, con ella todo estaba bien, me hacía sentirme seguro.

De repente una voz nos interrumpió.

         -          Ejem, ejem, ¿os vais a quedar allí todo el día o nos vais a dejar pasar? Ja, ja, ja.

Que oportuno mi padre como siempre.

         -          Eh? A sí, claro papá, ya os dejábamos pasar.
         -          Si hijo, sí, ja, ja, ja.

María y yo desconectamos la mirada, se puso roja, que tierna estaba así y les dejamos pasar.

         -          Hola.

Le dije tímidamente. Paso un rato y ella no me contestó al saludo. ¿Estaría enfadada conmigo? ¿Por qué no me hablaba? ¿Seguirá enfadada?¿Me habrá perdonado ya? 

Aún no lo sé, pero prometo averiguarlo pronto.

2 comentarios:

  1. JAJAJAJAJA el padre es un aguafiestas.
    SIGUIENTE :)

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  2. Pues si muy aguafiestas pero si no lo son los padres quienes lo seran? jaja

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