viernes, 22 de marzo de 2013

Imagina Carlos

Imagina Carlos:

Hoy habías quedado con tu mejor amigo, Carlos, en su casa. Mientras te dirigías allí pensabas en Carlos, pero en qué le querías como más que un amigo, la verdad estabas enamorada de él desde hace un par de años pero tenías miedo de que si se enteraba y no te correspondiera perdieras su amistad. 
Llegaste y llamaste a la puerta. Esperaste un ratín y abrió Carlos. 
- “Hola preciosa”. 
Te dio un beso en la mejilla. 
- “Hola sombrerito” le saludaste. 
Pasaste a su casa, no había nadie, estabais él y tú solos. 
- “¿Qué te apetece hacer?” te pregunto. 
- “No sé, ¿y a ti?” le dijiste. 
- “¿Qué te parece si hacemos una tarta?”. 
- “Ja, ja, ja, vale, tú con tal de comer, eres feliz”. 
- “Pues sí, ja, ja, ja, anda vamos”. 
Entrasteis a la cocina  y comenzasteis a sacar los ingredientes necesarios. Al cabo de un rato Carlos se cansó y te tocó acabarla a ti sola. Estabas removiendo el chocolate cuando Carlos mete el dedo y te mancha la nariz. 
- “¿Eh?” te quejaste. 
- “Ja, ja, ja, que mona estas”. Te dijo. 
- “Ya verás esto no se queda así”.
Cogiste la harina que tenías a mano y se la tiraste en toda la cara. 
- “¡Esto es la guerra!” dijo. 
Cogió lo primero que encontró y te lo tiro y así sucesivamente. Comenzasteis una guerra de comida. Cada vez os juntabais más, hasta que os parasteis a unos milímetros. Os mirasteis a los ojos y te perdiste en ellos. Entonces Carlos te quita el chocolate de la nariz y se lo come. Y después te agarra más de la cintura, te atrae a él y te besa. 
Cuando acabáis ese beso tan dulce que dura unos segundos, aunque querías que hubiese parado el tiempo. Os apartáis, os miráis y rompes el silencio y le preguntas: 
- “¿Por qué?”. 
- “¿Por qué qué?”.  
- “¿Por qué me has besado?”. 
- “Muy fácil porque ya no aguanto más, estoy harto de fingir que no siento nada por ti y quiero gritar a los cuatro vientos de que te amo, de que amo tus ojos, tu sonrisa, tu risa, tu mirada, tu dulzura, tu TODO. Te amo princesa”. 
Cuando Carlos acabo de decir esas hermosas palabras no podías creértelo. 
- “¿Qué me dices?”. 
No te salía ninguna palabra, te habías quedado muda y viste la cara de tristeza de Carlos porque él había interpretado tu silencio como una negativa. Entonces le cogiste por el cuello y le plantaste un beso. 
- “Te amo Carlos” le dijiste cuando os separasteis para respirar. 
- “Yo también te amo princesa” te dijo Carlos.



5 comentarios: