miércoles, 8 de mayo de 2013

Un amor de verano - Capítulo 24


Capítulo 24:


Narra María:

         -          Gracias Álvaro, lo necesitaba.
         -          De nada princesa, nadie debería hacerte llorar.

Me acarició la mejilla y me sonrió, y por un impulso lo volví a abrazar, en sus brazos me sentía protegida.

De repente alguien se acercó.

          -          ¿María? ¿Álvaro?
          -          ¿Tú y Blas os conocéis?
          -          Aja, ¿y vosotros?
          -          Si, Álvaro es uno de mis compañeros del grupo, ¿María podemos hablar?
          -          No, no tengo nada que hablar contigo, me lo podrías haber dicho ¿sabes?, ahora no parecería tan tonta, me marcho.
          -          No espera, déjame explicártelo.
          -          No Blas, lo nuestro se acabó ¿o no lo entiendes?, lárgate, vete, no quiero volver a verte nunca más.
      Acto seguido me despedí de Álvaro y me marche.

      Cogí el primer bus que me llevará a casa. En el trayecto no paraba de llorar, lo amaba demasiado. ¿Por qué me hace esto? ¿No le he demostrado siempre que le amo? Y me quede dormida en el asiento del autobús.

      Cuando me desperté ya habíamos llegado, tenía la cara pegajosa de las lágrimas secas que había derramado.

      Mientras caminaba a casa, decidí una cosa.

      Me olvidaría completamente de Blas y para ello tenía un plan en marcha y lo primero era hablar con mis padres.

      Llegue a casa y mis padres me vieron extraños ya que se suponía que estaba en Madrid con Blas.

         -          Cariño, ¿qué haces aquí?
         -          Blas y yo hemos roto.
         -          ¿Y eso cariño?
         -          Le pille besándose con otra chica.
         -          Lo siento muchísimo cariño.
         -          No te preocupes mamá. ¿Puedo hablar con vosotros sobre una cosa?
         -          Claro ¿dinos?
         -          Quiero irme a vivir con la tía a Londres. Por favor necesito irme de aquí y olvidarme de todo.
         -          ¿Estas segura de que es lo que quieres?
         -          Completamente.
         -          Esta bien, mañana hablaremos con tu tía y lo arreglamos.
         -          De acuerdo, ahora me apetece irme a la cama.
         -          Claro cariño descansa.

      Llegue a mi habitación y me tire en la cama y ya no pude contener mis lágrimas más y las deje salir.

      ¿Por qué el amor duele tanto? ¿Por qué siempre acabo sufriendo por amor? La verdad no me merezco esto, tengo que cambiar, volver a sentirme yo, segura de mi misma y comerme el mundo.

      Para ello necesitaba un cambio de vida radical, adiós a todo y a todos, nueva ciudad, nueva casa, nuevos amigos, nuevo look…

      Al día siguiente mi madre me despertó y me confirmo que mi tía estaba encantada de que me vaya a vivir con ella y que en tres días todo estaría listo para mudarme allí.

      Encendí el móvil y me encontré con millones de llamadas y mensajes de Blas que no conteste, solo hubo uno que me llamo la atención, era de Álvaro: “¿Cómo te encuentras? ¿Estás bien? ¿Llegaste bien? Sabes que me tienes para lo que necesites, si te sientes sola llámame”. Me hizo sacar una sonrisa, lo conozco desde hace menos de un día y ya tiene toda mi confianza y le respondí: “Podría estar mejor, gracias por preocuparte por mí. Llegue bien, ya estoy en casa. Gracias, lo tendré en cuenta y lo mismo te digo cuando necesites a alguien para hablar ahí estaré”.

     Cuando acabe de enviar el mensaje, baje a desayunar, y después comencé a empaquetar mis cosas en cajas.

     Empezaba a enterrar todos los recuerdos y momentos buenos y malos con Blas en lo más profundo de mi
     corazón y ya no volvería a permitir que me hiciera daño.

No iba a volver a permitir que mi hicieran daño por amor.