domingo, 13 de julio de 2014

Un amor de verano - Capítulo 56


Capítulo 56:

Narra  María:

Cogí el avión y me marché, sé que es la forma más fácil de salir de todo esto, sé que la huida es la forma más fácil pero es que ya no lo soporto más. Le amo pero se acabó quiero rehacer mi vida, quiero ser otra persona, empezar de nuevo y que mejor lugar que… PARÍS

Narra Blas:

María se ha ido, me ha dejado, y tengo la sensación de que esto ya ha pasado una vez.
Vuelvo a Madrid y sigo con mi vida y solo queda en mi memoria el recuerdo de la despedida.



6 meses después



Una lágrima surcaba mi mejilla, una de las tantas que esta noche habían recorrido el mismo camino. No dejo de pensar en ella, en su pelo, en su sonrisa, en sus ojos… todo ella vuelve a mi mente cada noche y cada noche lloro por ella. Necesito volver a verla no sé, lo necesito como al respirar.

             -          Blas tío, ¿seguro que es lo que quieres? – me pregunta Álvaro
             -          Si, necesito despejarme y pensar- le digo
             -          ¿Por qué allí? ¿No te dolerá más si es en ese lugar? – me pregunta Dani
             -          No, tengo que volver a casa, es allí a donde tengo que ir, es allí el lugar donde empezó todo y es allí donde quiero estar en este momento – les contesto

Cojo la última maleta y la meto en el maletero de mi coche. Me despido de los chicos y me subo al coche. Conduzco hasta llegar a mi casa.

Paso los días con mi madre y mis abuelos, pero no consigo salir de casa y visitar los lugares que ella me enseño.

Una tarde lluviosa decido por fin salir de casa, estaba angustiado y necesitaba despejarme, sentir el aire fresco. Camine hasta la playa y me siento en la arena, la verdad es que es un lugar muy tranquilo para pensar, pero lo que más odio es que solo me venga a la cabeza su imagen.  Harto de esperar y comenzando a perder la esperanza del porque había venido aquí.

Me pongo en marcha sin saber a dónde ir ya que solo sigo a mis pies, ellos seguramente saben a dónde quiero ir. Mi intención al venir aquí es que pensé que podría coincidir con ella aquí, pero pasan los días y ella no aparece, la verdad es que he sido un estúpido al pensar que ella vendría. La segunda pensé que podría recordar algo aunque sea solo un poco, intentar recordarla.

De repente me detengo y observo a mi alrededor, estoy en el parque, estoy cansado muy cansado, así que me siento en un banco que se encontraba cerca.

De repente se me niebla la vista y…

La veo a ella, de pequeña con un sombrero rosa y un vestidito blanco, empezamos a discutir como tantas veces y ella cae a un charco, desde ese momento nos hicimos inseparable.

De repente la imagen cambia y nos veo a los dos en clase con nuestros compañeros, en la playa con los amigos y viendo a la María que no se quería a sí misma.

Después veo su cambio, el momento en el que le digo que tengo novia, cuando se marcha… y nuestro primer beso, ese beso que ha significado tanto para nosotros.

La playa, ese momento y la posterior decisión que tome. Nuestras peleas en Madrid, cuando se marchó y la recuperé… Todos nuestros recuerdos habían vuelto a mi memoria y entonces es cuando lo comprendí todo. Ese banco, ese banco lo era todo para nosotros, nos había visto crecer, llorar, reir, amarnos, odiarnos…

Eche a correr a mi casa…

               -          ¿Hijo que te pasa? – me pregunta mi madre
               -          Me voy mamá – le contesto alterado.
               -          ¿A dónde te vas cariño? – me vuelve a preguntar esta vez más preocupada viéndome hacer las maletas deprisa y corriendo.
               -          A buscarla – le contesto mientras meto un par de camisetas a la maleta.
               -          ¿A quién? – me pregunta
               -          Al amor de mi vida – le contesto sinceramente
               -          ¿Pero sabes dónde está? – me pregunta
               -          No pero lo averiguaré – le digo
               -          ¿Qué te ha hecho cambiar de idea, hijo?
               -          Pronto lo sabrás mamá, pronto.

Salgo de mi habitación con la maleta, me despido de mi madre y me meto en el coche. No sé por dónde empezar a buscar, así que empiezo  por Madrid, por la casa de las chicas.

Llego a la casa y ahí solo se encuentra Lucía, corro hasta ella y la zarandeo.

                -          ¿Dónde está María? – le pregunto
                -          ¿Ei, Ei? Suéltala hombre – me dice Carlos
                -          Lo siento Lucía – le digo.
                -          ¿Por qué ahora quieres saber dónde está? – me pregunta Lucía.
                -          Necesito verla, necesito decirla cuanto la amo – le contesto.
                -          Blas, ella ya sabe que la amas, pero se alejó de ti porque no soporta la idea de que no recuerdes absolutamente nada de ella – me dice Lucía
                -          Lo sé Lucía, por favor, dímelo – la suplico
                -          Yo… está bien, se ha marchado a París – me dice por fin.
                -          Gracias, gracias, te debo una.

Salgo corriendo hacia el coche y me dirijo al aeropuerto. Cuando llego veo que último vuelo salía en media hora hacia París, así que me metí prisa en embarcar.

Al cabo de dos horas llegue al aeropuerto de París.

No sabía por dónde empezar a buscarla ni sabía en que lugares podría estar.




Pasaron los días y días y no tenía ni idea de donde estaba María, la he buscado por todas partes y ya no se me ocurren más sitios.

Estaba cansado de buscar y no encontrarla. Me siento en un banco de la Torre Effiel. Entonces presiento algo y miro hacia mí alrededor y allí la vi. Mirando por la barandilla allí estaba ella, preciosa como siempre. 
No puedo más y me acerco a ella.

                -          María – le digo.

Veo como lentamente se gira y me mira. Sus ojos chocolate me observan impresionados y sin creérselo.

                -          ¿Blas? – me pregunta
                -          Sí.
                -          ¿qué haces aquí? – me pregunta sorprendida.
                -          Necesito hablar contigo.
                -          No Blas, te dije lo que te tenía que decir, déjalo ¿vale?, quiero olvidar esa vida, quiero olvidarte a ti – me dice y se marcha.
                -          No espera, por favor – le digo agarrándola por la muñeca.
                -          Blas…
                -          Deja que te diga lo que te tengo que decir y si luego no quieres saber nada de mí, me marcharé y no volverás a verme – la digo.
                -          Está bien – me dice mientras se sienta.
                -          Recuerdo el primer día que nos conocimos en el parque tú te habías enfadado porque unos niños grandes te habían quitado tu muñeca y fui a donde esos niños y les quite tu muñeca y te la devolví. Desde ese momento nos hicimos inseparables. Recuerda el día de la playa, tumbados en la arena, yo encima de ti y juntando nuestros labios. Recuerdo la primera vez que te dije TE AMO y por cierto lo seguiré diciendo. Recuerdo el momento de esa despedida tan dolorosa cuando me marche para formar parte de Auryn. Recuerdo cuando rompimos y el recuentro en el aeropuerto de Madrid. Recuerdo el día del accidente y recuerdo que lo último en lo que pensé fue en ti. Recuerdo cada momento, cada risa, cada charla, cada lugar, cada caricia y cada beso que hemos compartido.

Cuando terminó observo como sus lágrimas recorren su hermoso rostro.

Narra María:

No podía creerme que se acordará de mí, de todo lo que habíamos vivido.

                -          ¿Pero cómo? – le pregunto
                -          Creo que nuestro banco sirve más que para sentarse jajaja – me dice sonriendo.
                -          Yo… Blas… siento haberte dejado sólo pero es que… - le dije dubitativa
                -          Eh, eh… no pasa nada cielo, lo entiendo, no te preocupes – me dice mientras me acaricia la mejilla y se acerca a mí.
                -          Dios Blas ¿Por qué eres tan perfecto? – le digo
                -          No soy perfecto, tú eres la perfecta – me dice acercándose más a mí.

Nuestros rostros se van acercándome peligrosamente hasta juntarse en un beso dulce y necesitado. Un beso que lo hace todo realmente maravilloso. Un beso perfecto en la Torre Effiel de París con las luces de la ciudad de una mágica noche.

Nos miramos a los ojos y sonreímos.

                -          Te amo – decimos los dos a la vez.

Por fin estábamos juntos y nada ni nadie nos iba a separar. Todo comenzó como un amor de verano, un amor adolescente, un amor entre amigos, un amor que supera toda clase de obstáculos. Un amor que permanecerá intacto y que seguirá fuerte.




Autora:

El amor puede superar a la ficción, no solo es una historia sobre Auryn sino que el objetivo es el amor, un amor que lo puede todo. El amor es el mejor sentimiento que el ser humano puede demostrar. De él debemos aprender mucho, aunque hay veces que nos haga sufrir pero es ley de vida. Amar por encima de cualquier cosa, amar tanto como lo hacen María y Blas o incluso más. Amar es el mejor consejo que os puedo dar. 

Espero que os haya gustado el último capítulo y espero vuestros comentarios.

Así que tengo que daros las gracias, por todo el apoyo que me habéis dado, por leer mi novela y por haberme acompañado en esta trayectoria. Gracias por compartir esto conmigo y por darme la oportunidad de escribir para alguien. Gracias por todos vuestros comentarios, por las ideas y sugerencias para mejorar la novela. Gracias por todo. Esta novela se acaba pero otras comienzan y espero que sigáis a mi lado.


Besos, María.



lunes, 10 de marzo de 2014

Un amor de verano - Capítulo 55


Capítulo 55:




Narra Blas:

Corro hacia el lugar en el que hace unos minutos se encontraba María, MI María. Llego a él y llorando me asomo y miro hacia abajo.

Y la veo allí, agarrándose con todas sus fuerzas a un hierro que por suerte estaba sobresalido.

              -          ¡MARÍA! – grito con todas mis fuerzas.
              -          Blas por favor sácame de aquí – me pide llorando.

Me asomo más y me coloco en una posición que me permite llegar a ella sin que me caiga. Estiro la mano e intento coger la suya. Tardo un poco en conseguir agarrar su mano pero al final lo consigo.

              -          No me sueltes Blas – me suplica.
              -          Nunca, ¿me oyes? Nunca te dejaría ir – le contesto.

Agarro su mano con todas mis fuerzas y tiro de ella, no puedo soltarla, tengo que sacarla de ahí. Con un último esfuerzo consigo subirla hasta arriba y ella se agarra a la piedra. Como puedo la saco de ahí y la agarro con todas mis fuerzas y no la suelto.

Me dejo caer en el suelo y me llevo a María conmigo y la abrazo intentado recobrar lo poco de cordura que me queda. He estado a punto de perderla, casí la veo morir.

Me giro un poco y veo que tiene su  cara escondida en mi cuello y sé que está llorando, lo sé por el hecho de que noto cada una de sus lágrimas caer y chocar contra la piel de mi cuello. La acaricio el pelo intentando que se tranquilice. Al cabo de un rato largo cesa de llorar.

                -          ¿María? – le pregunto con preocupación.

Ella levanta la cara y me mira a los ojos. En ese instante mi corazón se me para. ¿Cómo alguien tan buena y preciosa puede sentirse tan triste como lo está ella? Sería un delito y la verdad me siento culpable de ver su cara roja y sus ojos rojos por todo lo que ha llorado, todas esas lágrimas que yo mismo he causado y que ahora mismo me siento la persona más miserable sobre la faz de la tierra.

                 -          ¿Estás mejor? – le pregunto mientras mis manos quitan las lágrimas de su cara.
                 -          Si – me dice con voz queda.
                 -          ¿Necesitas algo? ¿Te has hecho daño? – la vuelvo a preguntar muy preocupado.

Narra María:

                 -          No hace falta estoy bien…

Le miro sin saber qué hacer ni que decir, solo sé que me acaba de salvar la vida y que ahora mismo estoy entre sus brazos. Vuelvo a acurrucarme entre sus brazos y me pongo otra vez a pensar en las palabras que me había dicho minutos antes, esas palabras que me quedaran grabadas en la memoria para siempre: “Nunca, ¿me oyes? Nunca te dejaría ir”. Cada vez le amo más y no quiero seguir haciéndolo porque sé que él no quiere estar conmigo, como bien me ha confirmado. Necesito dejar de sentir este dolor que tengo en el pecho, quisiera borrarlo todo de mi mente, quisiera dejar de sentir esto que siento por él que es más fuerte que cualquier adversidad.

                 -          ¿Blas? – le pregunto mientras me separo de él.
                 -          Dime cielo – me contesta en tono cariñoso.
                 -          ¿Qué va a pasar con nosotros? – le pregunto sabiendo ya cual será la respuesta.
                 -          María yo… sabes que no podemos estar juntos te lo he intentado explicar antes. Por favor entiéndeme – me suplica.
                 -          Te entiendo Blas pero una vez estuvimos en una situación parecida aunque con distintos problemas, y tú decidiste que lo mejor sería separarnos…
                 -          ¿Y al final que paso? – me interrumpe.
                 -          Que ninguno de los dos podía vivir sin el otro y volvimos a estar juntos.
                 -          ¿Crees que volverá a ocurrirnos?
                 -          No creo en el destino Blas, ya no. A sí que creo que este es el fin.
                 -          El fin …
                 -          El fin de nuestra historia.
                 -          Entonces ¿Te vas? – me pregunta triste.
                 -          Sí, me voy.
                 -          ¿Pero por qué?
                 -          Porque no puedo estar más aquí, necesito olvidarte y para ello necesito marcharme de aquí, porque el quedarme no me ayudará y a ti tampoco.
                 -          Sabes que te voy a echar de menos ¿no? – me dice conteniendo las lágrimas.
                 -          No más que yo – le contesto.

Le abrazo con todas mis fuerzas y no me resisto más y lloro como una niña pequeña.

                  -          ¿A dónde iras? – me pregunta cuando nos separamos.
                  -          Solo te diré que me marchare a París.
                  -          Eso está muy lejos – me dice llorando.
                  -          Lo sé. Adiós Blas, recuerda se feliz.

Con mi último deseo hacia él, me acerco y le beso en los labios, ese beso que tanto tiempo llevo esperando pero tan amargo que le siento.

Me separo de él y comienzo a alejarme de él. Blas se queda perplejo y solo le oigo decir cuando ya estaba bastante lejos.

                  -          ¡TE QUIERO, MARÍA!

Sonrío y susurro:


                  -          Yo también te quiero Blas, siempre te voy a amar, siempre serás mi amor de verano.









      Hola amores!!!

      Espero que os haya gustado el nuevo capítulo y siento tanto haber tardado mucho en subir, pero entre los examenes y mis actividades extraescoleres me ha sido imposible escribir un nuevo capítulo. 

      Espero como siempre vuestros comentarios con vuestras opiniones de lo que os ha parecido, aunque no estoy muy contenta pero bueno, ya tenia ganas de subir.

      Gracias por leer y espero que os paseis por mis otras novelas, teneis los enlaces en la parte superior derecha del blog.

      Besos, María.

miércoles, 29 de enero de 2014

Un amor de verano - Capítulo 54


Capítulo 54:




Narra Blas:

Llego sin aliento e intento divisarla ya que las lágrimas me impiden ver con total claridad. Sigo andando hasta que la veo, está allí subida, encima del muro del puente. Corro hasta allí.

                  -          ¡MARÍA, NO POR FAVOR! – la grito.

Ella gira la cabeza y me mira, sus ojos muestran sorpresa, puesto que no esperaba que la encontrara.

                  -          Vete Blas, no quiero verte, esta decido, se acabó.

Dio un amago de tirarse pero corro hasta ella y le agarro de la muñeca para que no lo haga.

                   -          No lo hagas María por favor – la dije mirándola.

Ella me miro con lágrimas en los ojos.

                   -          Lo siento Blas, Pero ya no puedo más.
                   -          No por favor, hablemos ¿vale? – le ruego.
                   -          No Blas, no hay nada de qué hablar, no te acuerdas de mí, no me quieres, y yo no soporto esto, no soporto verte cada día y que no te acuerdes de mí, no soporto ver cómo te gusta otra, cuando antes me querías a mí, no soporto la idea de que jamás voy a tenerte, que no voy a volver a besarte ni a abrazarte, que jamás me mirarás a los ojos de la forma especial en que lo hacías…
                   -          Yo… lo siento María, yo no quería esto y tú lo sabes – intenté justificarme sin éxito mientras ella seguía llorando.
                   -          No lo sientas, sé que no es tu culpa, pero ya da igual todo, da igual todo lo que pase, ya que tú jamás vas a recuperar tu memoria, ya no volverás a recordar todos nuestros momentos – me dice aun llorando.
                   -          No digas eso, quien sabe a lo mejor vuelvo recordar, pero por favor, baja de ahí. Te vas a matar – la digo angustiado.
                   -          ¿Y? ¿A quién le va a importar? – me dice.
                   -          A mí, me importa a mí – le digo tajante.
                   -          Mentiroso – me dice – yo no te importo nada.
                   -          Ahora eres tú la mentirosa, sí que me importas y mucho – le digo cuando una lágrima por la cara.

Se quedó callada, no sabía lo que le pasaba por la cabeza, pero estoy seguro de que si se tira por el puente, me muero.

No sé que tiene María, hay algo en ella que me hace sentirme seguro, a gusto, es una sensación rara pero a la vez reconfortante. Cada vez que está cerca, mis sentidos se separan, tengo una obsesión por protegerla, porque nada malo la pase, porque no sufra, por hacerla feliz. Y soy el primero en hacerla sufrir y eso me está consumiendo poco a poco.

Aún sigo teniendo en mi cabeza las preguntas de Álvaro, no puedo sacarlas de mi mente y solo pienso en eso. Álvaro me pregunto: ¿La quieres? ¿Quieres a María? ¿La amas?

Ahora mismo si me lo volviera a preguntar sabría contestarle.

Sí, la quiero la amo, pero no quiero hacerla daño, no la recuerdo, no recuerdo esos momentos tan bonitos que ella me ha contado que hemos pasado juntos. Yo quiero estar con ella, ir despacio, enfrentarnos juntos, los dos, a nuevas emociones y sentimientos. Pero para ello, ella tiene que olvidar todo esto o superar que yo probablemente no volveré a ser ese chico, el chico del que ella se enamoró.

¿Cómo se lo explico yo ahora?

Narra María:

Cuando Blas pronunció esas palabras me quede en shock, bueno más bien pensando. Pensando en lo que me acababa de decir, de que le importo algo, de todos esos momentos junto a él que jamás vamos a volver a recordar juntos, aquellos momentos en los que solo uno de los dos se acordará, solo yo sabré que es lo que paso realmente, solo yo seré la que recordaré esos momentos, la que se acordará de cada palabra que me dijo, de cada gesto, de cada caricia y cada beso. El que él no se acuerde de nada de todo eso, me mata y por eso no podemos estar juntos, no puedo estar con él, si es que realmente siente algo por mí que no es verdad, porque no soporta la idea de que él no se acuerde de los pequeños gestos y de que probablemente se enamore de otra chica más guapa y que será incluso mejor que yo.

Blas se acerca lentamente a mí, me agacho para poder mirarle a los ojos, y veo sufrimiento y muchos, muchos nervios, aunque también veo algo extraño en ellos, algo que no sé lo que significa.

                     -          Por favor María, baja de ahí, te lo suplico – me ruega.
                     -          No puedo Blas, es mi decisión, y no voy a cambiar de opinión. Ya está, se acabó – le digo sinceramente y aun llorando.
                     -          ¿Por qué? Dime ¿Por qué? ¿Por qué vas a hacer esto? ¿Por qué quieres acabar con tú vida? – me pregunta Blas llorando ya.
                     -          Porque no pudo vivir si tu no estas a mi lado, porque no soy nadie sin ti. Tú eres mi mundo – le contesto.

Me giro al frente, observo el río, el agua, el cielo.

Y todo se vuelve negro.

Narra Blas:

                      -          ¿Por qué? Dime ¿Por qué? ¿Por qué vas a hacer esto? ¿Por qué quieres acabar con tú vida? – le pregunto a María llorando ya.
                      -          Porque no pudo vivir si tu no estas a mi lado, porque no soy nadie sin ti. Tú eres mi mundo – me contesta.

Me quedo en blanco sin saber muy bien que decir. La veo girarse y mirar al frente.

Y solo tengo tiempo para gritar su nombre desesperadamente.


                      -          ¡MARÍA!



    
       Hola amores!!!

       Espero que os haya gustado el nuevo capítulo y siento mucho haberos dejado tanto tiempo sin ningun capítulo pero es que he estado con examenes y no he tenido mucho tiempo para escribir. Espero que puedan perdonarme.

        Espero como siempre y con cada capítulo vuestros comentarios con lo que os ha parecido, lo que esta bien, lo que esta mal y con vuestras sugerencias.

         Gracias como siempre por leer, sin vosotras esto no sería posible.

      Besos, María

         PD: os dejo el link de mis otras novelas.
         - La verdadera historia de Cato y Clove:  http://masalladelaimaginacioncatoyclove7058.blogspot.com.es/
         Espero que os gusten.