Capítulo 4
Cuando me desperté tenía una cosa muy clara, era que Blas no
me quería como le quiero yo y que me voy a olvidar de él cueste lo que cueste.
Me levante de la cama y me mire al espejo, estaba horrorosa
con los ojos rojos e hinchados de tanto llorar. Me di una ducha caliente para
relajarme y me vestí con un pantalón corto y una sudadera ya que hoy estaba
nublado. Baje a desayunar y allí estaba mi madre.
-
¿Cómo estas cariño?
-
Mejor, gracias mamá
Termine de desayunar, cogí las llaves de casa y me dirigí a
la puerta.
-
¿A dónde vas cariño?
-
Voy a casa de Lucía, necesito hablar con ella.
-
De acuerdo, si necesitas algo llámame ¿vale?
-
Claro, te quiero mamá, adiós.
Cerré la puerta de casa y me dirigí a casa de Lucía. Para
ello tenía que pasar por el parque ya que vivía justo al otro lado.
Iba caminando y
pensaba en él otra vez. Me había prometido a mí misma que dejaría de pensar en
él pero no puedo, no puedo porque no para de repetirse la imagen de Blas
besándose con otra chica. Una lágrima recorrió mi mejilla. Basta ya de pensar
en eso, este verano me había prometido olvidarme de los chicos y así hare.
Pasaba por el parque cuando alguien vino corriendo hacia mi.
-
María…
Era Blas, seguí adelante sin escucharle, lo que menos me
apetecía ahora mismo era hablar con él, ¿porque el destino es tan cruel conmigo?, ¿que echo hoy para que me le tenga que encontrar precisamente hoy…?
-
Por favor espera
Me alcanzó y me agarró la mano.
-
Hoy no Blas por favor, déjame ¿vale?
-
No, María, ¿por favor? Habla conmigo ¿vale?
-
Blas no, en serio hoy no es un buen día.
-
No, necesito saber qué te pasa, ¿porque te fuiste
llorando del bar?, ¿es por mi verdad?
¿Cómo se había dado cuenta de que me fui llorando? Le mire a
los ojos y en ellos vi desesperación, dolor, preocupación…
-
Si es por ti, pero hoy no me apetece hablar
contigo, ya te lo contare pero hoy no.
Necesitaba salir de allí, si estaba un minuta más con él me
pondría a llorar de nuevo pero no quiero y menos que él me vea.
-
Lo siento María, pero no te vas a ir de aquí
hasta que me digas que te he hecho. Perdóname, en serio, no sé qué te hecho
pero da igual no era mi intención hacerte daño. Por favor, ¿dime que te pasa?.
-
Tú no tienes la culpa y no te tengo que perdonar
nada. Tienes todo el derecho del mundo, es tu vida y yo no soy nadie para
decirte que debes hacer.
Mis lágrimas pedían salir a gritos, quería marcharme de allí
ya.
-
¿Es por Ane no?, no te cae bien, no te gusta.
¿Dímelo? Sabes que para mí es muy importante tu opinión.
-
No, no es ella, además no la conozco para nada,
no sé si es buena, divertida ni nada de nada. El problema no es ella, soy yo
Blas.
-
No te entiendo nada María, ¿qué quieres decir
que el problema es tuyo?
-
Que estoy así porque soy una estúpida y una
idiota, eso es lo que pasa
-
María, tú no eres ninguna…
-
Si lo soy y punto
Ya no aguante más y me puse a llorar allí mismo delante de
él.
-
Eh? María, no llores, anda ven aquí.
Me cogió de la mano y me atrajo a él y me abrazó. Me sentía
segura entre sus brazos. Me separe de Blas y me limpio las lágrimas.
-
Dime que te pasa, María. ¿Por favor?
-
Lo que pasa Blas es que…
VOY A MATAR A LA ARPÍA ESA e.e
ResponderEliminarPobre María...pero Blas es muy tierno porque quiere saber lo que le pasa a su mejor amiga pero tiene que darse cuenta de que ella le gusta, es obvio.
SIGUIENTE :)
Jajaja si lo se es demasiado obvio y la verdad te doy toda la razon es una arpia jaja
EliminarQue perra es Ane, no Blas déjala y hazme caso a mi,ve con María por favor.
ResponderEliminarjajajaja haber si te ha hecho caso jajaja
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