Capítulo 56:
Narra María:
Cogí el avión y me marché, sé que es la forma más fácil de
salir de todo esto, sé que la huida es la forma más fácil pero es que ya no lo
soporto más. Le amo pero se acabó quiero rehacer mi vida, quiero ser otra
persona, empezar de nuevo y que mejor lugar que… PARÍS
Narra Blas:
María se ha ido, me ha dejado, y tengo la sensación de que
esto ya ha pasado una vez.
Vuelvo a Madrid y sigo con mi vida y solo queda en mi
memoria el recuerdo de la despedida.
6 meses después
Una lágrima surcaba mi mejilla, una de las tantas que esta
noche habían recorrido el mismo camino. No dejo de pensar en ella, en su pelo,
en su sonrisa, en sus ojos… todo ella vuelve a mi mente cada noche y cada noche
lloro por ella. Necesito volver a verla no sé, lo necesito como al respirar.
-
Blas tío, ¿seguro que es lo que quieres? – me
pregunta Álvaro
-
Si, necesito despejarme y pensar- le digo
-
¿Por qué allí? ¿No te dolerá más si es en ese
lugar? – me pregunta Dani
-
No, tengo que volver a casa, es allí a donde
tengo que ir, es allí el lugar donde empezó todo y es allí donde quiero estar
en este momento – les contesto
Cojo la última maleta y la meto en el maletero de mi coche.
Me despido de los chicos y me subo al coche. Conduzco hasta llegar a mi casa.
Paso los días con mi madre y mis abuelos, pero no consigo salir
de casa y visitar los lugares que ella me enseño.
Una tarde lluviosa decido por fin salir de casa, estaba
angustiado y necesitaba despejarme, sentir el aire fresco. Camine hasta la
playa y me siento en la arena, la verdad es que es un lugar muy tranquilo para
pensar, pero lo que más odio es que solo me venga a la cabeza su imagen. Harto de esperar y comenzando a perder la
esperanza del porque había venido aquí.
Me pongo en marcha sin saber a dónde ir ya que solo sigo a
mis pies, ellos seguramente saben a dónde quiero ir. Mi intención al venir aquí
es que pensé que podría coincidir con ella aquí, pero pasan los días y ella no
aparece, la verdad es que he sido un estúpido al pensar que ella vendría. La
segunda pensé que podría recordar algo aunque sea solo un poco, intentar
recordarla.
De repente me detengo y observo a mi alrededor, estoy en el
parque, estoy cansado muy cansado, así que me siento en un banco que se
encontraba cerca.
De repente se me niebla la vista y…
La veo a ella, de pequeña con un sombrero rosa y un
vestidito blanco, empezamos a discutir como tantas veces y ella cae a un
charco, desde ese momento nos hicimos inseparable.
De repente la imagen cambia y nos veo a los dos en clase con
nuestros compañeros, en la playa con los amigos y viendo a la María que no se
quería a sí misma.
Después veo su cambio, el momento en el que le digo que
tengo novia, cuando se marcha… y nuestro primer beso, ese beso que ha
significado tanto para nosotros.
La playa, ese momento y la posterior decisión que tome. Nuestras
peleas en Madrid, cuando se marchó y la recuperé… Todos nuestros recuerdos
habían vuelto a mi memoria y entonces es cuando lo comprendí todo. Ese banco,
ese banco lo era todo para nosotros, nos había visto crecer, llorar, reir,
amarnos, odiarnos…
Eche a correr a mi casa…
-
¿Hijo que te pasa? – me pregunta mi madre
-
Me voy mamá – le contesto alterado.
-
¿A dónde te vas cariño? – me vuelve a preguntar
esta vez más preocupada viéndome hacer las maletas deprisa y corriendo.
-
A buscarla – le contesto mientras meto un par de
camisetas a la maleta.
-
¿A quién? – me pregunta
-
Al amor de mi vida – le contesto sinceramente
-
¿Pero sabes dónde está? – me pregunta
-
No pero lo averiguaré – le digo
-
¿Qué te ha hecho cambiar de idea, hijo?
-
Pronto lo sabrás mamá, pronto.
Salgo de mi habitación con la maleta, me despido de mi madre
y me meto en el coche. No sé por dónde empezar a buscar, así que empiezo por Madrid, por la casa de las chicas.
Llego a la casa y ahí solo se encuentra Lucía, corro hasta
ella y la zarandeo.
-
¿Dónde está María? – le pregunto
-
¿Ei, Ei? Suéltala hombre – me dice Carlos
-
Lo siento Lucía – le digo.
-
¿Por qué ahora quieres saber dónde está? – me
pregunta Lucía.
-
Necesito verla, necesito decirla cuanto la amo –
le contesto.
-
Blas, ella ya sabe que la amas, pero se alejó de
ti porque no soporta la idea de que no recuerdes absolutamente nada de ella –
me dice Lucía
-
Lo sé Lucía, por favor, dímelo – la suplico
-
Yo… está bien, se ha marchado a París – me dice
por fin.
-
Gracias, gracias, te debo una.
Salgo corriendo hacia el coche y me dirijo al aeropuerto. Cuando
llego veo que último vuelo salía en media hora hacia París, así que me metí
prisa en embarcar.
Al cabo de dos horas llegue al aeropuerto de París.
No sabía por dónde empezar a buscarla ni sabía en que
lugares podría estar.
Pasaron los días y días y no tenía ni idea de donde estaba
María, la he buscado por todas partes y ya no se me ocurren más sitios.
Estaba cansado de buscar y no encontrarla. Me siento en un
banco de la Torre Effiel. Entonces presiento algo y miro hacia mí alrededor y
allí la vi. Mirando por la barandilla allí estaba ella, preciosa como siempre.
No puedo más y me acerco a ella.
-
María – le digo.
Veo como lentamente se gira y me mira. Sus ojos chocolate me
observan impresionados y sin creérselo.
-
¿Blas? – me pregunta
-
Sí.
-
¿qué haces aquí? – me pregunta sorprendida.
-
Necesito hablar contigo.
-
No Blas, te dije lo que te tenía que decir,
déjalo ¿vale?, quiero olvidar esa vida, quiero olvidarte a ti – me dice y se
marcha.
-
No espera, por favor – le digo agarrándola por
la muñeca.
-
Blas…
-
Deja que te diga lo que te tengo que decir y si
luego no quieres saber nada de mí, me marcharé y no volverás a verme – la digo.
-
Está bien – me dice mientras se sienta.
-
Recuerdo el primer día que nos conocimos en el
parque tú te habías enfadado porque unos niños grandes te habían quitado tu
muñeca y fui a donde esos niños y les quite tu muñeca y te la devolví. Desde
ese momento nos hicimos inseparables. Recuerda el día de la playa, tumbados en
la arena, yo encima de ti y juntando nuestros labios. Recuerdo la primera vez
que te dije TE AMO y por cierto lo seguiré diciendo. Recuerdo el momento de esa
despedida tan dolorosa cuando me marche para formar parte de Auryn. Recuerdo
cuando rompimos y el recuentro en el aeropuerto de Madrid. Recuerdo el día del
accidente y recuerdo que lo último en lo que pensé fue en ti. Recuerdo cada
momento, cada risa, cada charla, cada lugar, cada caricia y cada beso que hemos
compartido.
Cuando terminó observo como sus lágrimas recorren su hermoso
rostro.
Narra María:
No podía creerme que se acordará de mí, de todo lo que habíamos
vivido.
-
¿Pero cómo? – le pregunto
-
Creo que nuestro banco sirve más que para
sentarse jajaja – me dice sonriendo.
-
Yo… Blas… siento haberte dejado sólo pero es que…
- le dije dubitativa
-
Eh, eh… no pasa nada cielo, lo entiendo, no te
preocupes – me dice mientras me acaricia la mejilla y se acerca a mí.
-
Dios Blas ¿Por qué eres tan perfecto? – le digo
-
No soy perfecto, tú eres la perfecta – me dice acercándose
más a mí.
Nuestros rostros se van acercándome peligrosamente hasta
juntarse en un beso dulce y necesitado. Un beso que lo hace todo realmente
maravilloso. Un beso perfecto en la Torre Effiel de París con las luces de la
ciudad de una mágica noche.
Nos miramos a los ojos y sonreímos.
-
Te amo – decimos los dos a la vez.
Por fin estábamos juntos y nada ni nadie nos iba a separar.
Todo comenzó como un amor de verano, un amor adolescente, un amor entre amigos,
un amor que supera toda clase de obstáculos. Un amor que permanecerá intacto y
que seguirá fuerte.
Autora:
Espero que os haya gustado el último capítulo y espero vuestros comentarios.
Así que tengo que daros las gracias, por todo el apoyo que me habéis dado, por leer mi novela y por haberme acompañado en esta trayectoria. Gracias por compartir esto conmigo y por darme la oportunidad de escribir para alguien. Gracias por todos vuestros comentarios, por las ideas y sugerencias para mejorar la novela. Gracias por todo. Esta novela se acaba pero otras comienzan y espero que sigáis a mi lado.
Besos, María.