Capítulo 24:
Narra María:
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Gracias Álvaro, lo necesitaba.
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De nada princesa, nadie debería hacerte llorar.
Me acarició la mejilla y me sonrió, y por un impulso lo
volví a abrazar, en sus brazos me sentía protegida.
De repente alguien se acercó.
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¿María? ¿Álvaro?
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¿Tú y Blas os conocéis?
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Aja, ¿y vosotros?
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Si, Álvaro es uno de mis compañeros del grupo,
¿María podemos hablar?
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No, no tengo nada que hablar contigo, me lo
podrías haber dicho ¿sabes?, ahora no parecería tan tonta, me marcho.
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No espera, déjame explicártelo.
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No Blas, lo nuestro se acabó ¿o no lo entiendes?,
lárgate, vete, no quiero volver a verte nunca más.
Acto seguido me despedí de Álvaro
y me marche.
Cogí el primer bus que me llevará
a casa. En el trayecto no paraba de llorar, lo amaba demasiado. ¿Por qué me
hace esto? ¿No le he demostrado siempre que le amo? Y me quede dormida en el
asiento del autobús.
Cuando me desperté ya habíamos
llegado, tenía la cara pegajosa de las lágrimas secas que había derramado.
Mientras caminaba a casa, decidí
una cosa.
Me olvidaría completamente de
Blas y para ello tenía un plan en marcha y lo primero era hablar con mis
padres.
Llegue a casa y mis padres me
vieron extraños ya que se suponía que estaba en Madrid con Blas.
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Cariño, ¿qué haces aquí?
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Blas y yo hemos roto.
- ¿Y eso cariño?
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Le pille besándose con otra chica.
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Lo siento muchísimo cariño.
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No te preocupes mamá. ¿Puedo hablar con vosotros
sobre una cosa?
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Claro ¿dinos?
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Quiero irme a vivir con la tía a Londres. Por
favor necesito irme de aquí y olvidarme de todo.
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¿Estas segura de que es lo que quieres?
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Completamente.
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Esta bien, mañana hablaremos con tu tía y lo
arreglamos.
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De acuerdo, ahora me apetece irme a la cama.
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Claro cariño descansa.
Llegue a mi habitación y me tire
en la cama y ya no pude contener mis lágrimas más y las deje salir.
¿Por qué el amor duele tanto? ¿Por
qué siempre acabo sufriendo por amor? La verdad no me merezco esto, tengo que
cambiar, volver a sentirme yo, segura de mi misma y comerme el mundo.
Para ello necesitaba un cambio de
vida radical, adiós a todo y a todos, nueva ciudad, nueva casa, nuevos amigos,
nuevo look…
Al día siguiente mi madre me
despertó y me confirmo que mi tía estaba encantada de que me vaya a vivir con
ella y que en tres días todo estaría listo para mudarme allí.
Encendí el móvil y me encontré con
millones de llamadas y mensajes de Blas que no conteste, solo hubo uno que me
llamo la atención, era de Álvaro: “¿Cómo te encuentras? ¿Estás bien? ¿Llegaste
bien? Sabes que me tienes para lo que necesites, si te sientes sola llámame”.
Me hizo sacar una sonrisa, lo conozco desde hace menos de un día y ya tiene
toda mi confianza y le respondí: “Podría estar mejor, gracias por preocuparte
por mí. Llegue bien, ya estoy en casa. Gracias, lo tendré en cuenta y lo mismo
te digo cuando necesites a alguien para hablar ahí estaré”.
Cuando acabe de enviar el
mensaje, baje a desayunar, y después comencé a empaquetar mis cosas en cajas.
Empezaba a enterrar todos los
recuerdos y momentos buenos y malos con Blas en lo más profundo de mi
corazón y
ya no volvería a permitir que me hiciera daño.